Como hacer

martes, 24 de julio de 2012

Jabón de arcilla verde

Como hacer jabón de arcilla verde o bentonita.


Como ya comentamos el jabón es un producto al que podemos añadir casi de todo para mejorar sus propiedades y que no sea solo un agente limpiador, en este caso vamos a crear un jabón con propiedades geoterapeuticas.

Las arcillas y barros han sido usados durante milenios para curar y prevenir todo tipo de enfermedades, heridas, afecciones de la piel y procesos inflamatorios.

La geoterapia tiene una de sus bases en la similitud química del barro con los seres humanos, es decir tanto el barro, como nosotros estamos formados de carbono, oxígeno, nitrógeno y en menor proporción otros minerales y oligoelementos.



Muchos naturalistas han documentado como los animales usan de manera instintiva los barros y lodos como limpiador, como terapéutico, para librarse de los parásitos , para cuidar la piel o el plumaje y para curar y aliviar heridas y traumatismos.
La arcilla verde que es la que vamos a usar en este jabón es muy rica en magnesio, contiene además silicio, potasio, cal, fosfatos entre otros elementos. Es desintoxicante, remineralizante y absorbente. 

Una vez conocidas algunas de las propiedades de la tierra, pasamos a conocer la receta de este nuevo jabón.

Ingredientes:
para un kilogramo de jabón.
253 gr. de aceite de oliva virgen.
127 gr. de aceite de palma.
127 gr. de aceite de coco.
  63 gr. de aceite de ricino (también conocido como castor oil).
  34 gr. de manteca de mango.
  38 gr. de aceite de almendras dulces.
  20 gr. de arcilla verde o bentonita.
245 gr. de agua destilada.
  86 gr. de NaOH (sosa), con una pureza mínima del 99%.

Este jabón lo vamos a crear con un sobreengrasado del 8%.¿Que quiere decir esto?, muy sencillo, un ocho por ciento de los aceites no se van a saponificar, se van a incorporar como aceites y no van a sufrir ninguna transmutación. Esto se consigue reduciendo la cantidad de sosa en un 8%, en nuestra formula si no hiciésemos sobreengrasado tendríamos que usar 93 gr. de sosa. 



El primer paso será poner la arcilla a irradiar, es decir la pondremos al sol entre seis y ocho horas, para que se recargue de energía solar. Aunque este paso no es imprescindible, si es altamente recomendable. La arcilla no se debe manipular con ningún objeto metálico, siendo lo más recomendable utensilios de madera o en su defecto silicona.


Prepararemos la "lejiaza" mezclando la sosa con el agua, como hicimos en el jabón de aceite reciclado, tengamos siempre presente que produce una reacción exotérmica y que los vapores son tóxicos, ventilemos bien. No nos olvidemos de los guantes, ni de las gafas de protección en prevención de alguna salpicadura.


Cuando tengamos la "lejiaza" a menos e cuarenta grados y la arcilla irradiada comenzaremos con la alquimia del jabón.






Prepararemos todo el material que vamos a usar, incluidos los moldes y pondremos las mantecas y los aceites duros a fundir, siempre al baño maría, en algún sitio os podrán decir que se pueden fundir en el microondas, de hecho se puede, pero estamos creando un producto artesanal, natural y beneficioso, lo cual conlleva no usar las ondas dañinas del microondas.






El aceite de palma, como se puede apreciar en la fotografía, nos dará un bonito color naranja, que será lo que nos ayude a dar un toque de color sin ningún tipo de colorante.


En esta mezcla no añadiremos aún los 34gr. de manteca de mango, ni los 38gr. de aceite de almendras dulces, ya que estos aceites que serán el sobreengrasado los añadiremos cuando ya este hecha la traza.







Añadiremos poco a poco la "lejiaza", removiendo constantemente con una cuchara de madera. Y comienza la saponificación, una vez vertida toda la mezcla de agua y sosa ya podemos usar las varillas para batir. Este jabón alcanza muy pronto la traza, tened cuidado si es de vuestros primeros jabones a la hora de usar la batidora, y siempre con las varillas.




Una vez alcanzada la traza, añadiremos los aceites que previamente habíamos reservado y derretido al baño maría, en el caso de la manteca de mango. Se perderá la traza, con lo que volveremos a batir hasta volver a alcanzarla, proceso que no tardará mucho en realizarse. Cuando hallamos conseguido una textura como de natilla un poco clara, podremos añadir la arcilla o, como en este caso, podemos separar la mitad para que conserve intacto el color naranja y a la otra mitad le podemos añadir la arcilla que así obtendrá un bonito color verde.






La mitad de la mezcla que no lleva arcilla ya la podemos verter en el molde.







A la otra mitad le añadimos la arcilla sin parar de batir para que no se formen grumos. Aunque en las fotos la arcilla se ve de un color grisáceo, al contacto con la humedad se tornara de color verde. Una vez bien homogeneizada la mezcla, ya la podremos verter en el molde. Si echamos primero la mezcla con la arcilla, nos quedará un jabón de dos colores delimitados por una linea más o menos recta. Al hacerlo de la forma que os indico, la parte que tiene arcilla, al tener más peso ira haciendo diversos dibujos, como podremos ver al desmoldar a las 36/48 horas. Recordad siempre que tenemos que cubrir el molde con plástico, como el usado para los alimentos. 






Una vez desmoldado, lo cortaremos y lo pondremos a curar por un espacio mínimo de cinco semanas. Paciencia amigos.



domingo, 8 de julio de 2012

Historia del jabón. 2ª parte.



El tratamiento de grasa con álcali se ha practicado en el Oriente Medio por lo menos durante 5000 años. Los antiguos israelíes detallado leyes para la práctica de la higiene personal. Las cuentas bíblicas dan a entender que sabían que las cenizas y el aceite al mezclarse daban un producto para la limpieza.




Existe un papiro egipcio, el papiro Ebers, fechado hacia el 1550 a.c , considerado por los estudioso actuales como un auténtico tratado médico en el que se hace referencia a sustancias jabonosas tanto para el lavado de las prendas textiles como medio curativo para diversas enfermedades. Es mi modesta opinión que acrecentarían este poder curativo, con diversas hierbas y barros.




En el siglo III a.C se fabricaba en Arabia jabón mediante la cocción de una mezcla hecha de cenizas, aceite de limón. Los farmacéuticos de oriente medio, en ciudades como Basora, añadían perfumes dulzones a los jabones en el siglo VIII de nuestra era.







Aunque los estudiosos no se ponen de acuerdo, es bastante extendida la opinión de que la reintroducción del jabón la realizaron los cruzados, desde Alepo a Europa central, en el siglo XI. Aunque debemos tener en cuenta que los fenicios tuvieron tratos comerciales con Europa antes de los tiempos de los romanos, por lo que probablemente este tipo de jabón habría llegado mucho antes a ciudades costeras como Nápoles, Marsella, Cartagena o Cadiz.
Hay quien asegura que entre los siglos VI y VIII, fue floreciente el arte de hacer jabón en Nápoles y se extendió a toda Italia y España. Sería a partir del siglo XIII que el jabón se exportaría a toda Europa.
Lo cierto es que en la baja edad media no era muy utilizado el jabón y debido a la falta de higiene se originaron grandes epidemias que diezmaron a la población, como la peste negra del siglo XIV.
La primera gran jabonería europea la construyeron los árabes en Sevilla a finales del siglo X. Aprovechando que el valle del Guadalquivir les proveía de la materia prima esencial para fabricar un jabón que cuatro siglos más tarde se le conocería como jabón de castilla.

Almonas de Triana,
sólo recuerdo,
caminos en el agua
de aceite y sueño.
Por mis canciones
aún resbala la espuma
de sus jabones.

.


Tras la reconquista las almonas árabes pasaron a manos de la realeza, de ahí su nombre Almonas Reales; esta a su vez  cedió por privilegio real el monopolio del jabón y las almonas de Triana y Santiponce a la familia Enríquez de Ribera, marqueses de Tarifa, o a los Ponce de León, que en el siglo XVI ostentaban el monopolio del jabón y lo ampliaron hasta américa después del descubrimiento, en gran medida  debido a la unión comercial con las familias de mercaderes genoveses Sopranis que lo fabricaban y los Riverol que bajo los nombres de sapo hispaniensis o sapo castellanensis,  los exportaban a Flandes, Inglaterra, Alemania, etc. a través de Amberes donde tenían su centro distribuidor. Con posterioridad se unieron al negocio del jabón financieros alemanes como los Welser, Gessler, Sailer o Ehniger, o judío conversos como los Espinosa, ensanchándose los mercados exportadores al destinarse buena parte de la producción al mercado colonial americano. Se fabricaban, básicamente, dos tipos de jabón, el prieto o ralo y el jabón blanco. En el siglo XVI las almonas reales de Sevilla consumían más de 50.000 arrobas de aceite, produciendo unas 15.000 arrobas de jabón; hacia 1543 contaban con trece calderas y la mano de obra era esclava. Como estos jabones provenian de grasas vegetales, la gente comenzó a usarlos más y decreció el número de pandemias en europa.









Las famosas fábricas de Marsella se establecieron en el siglo XIV . Este jabón se fabricaba a base de aceite de oliva, agua y potasa cáustica proveniente de las cenizas del laurel, una receta muy similar a la que se fabrica en la ciudad siria  de Alepo desde hace más de 2000 años.


En 1575 se construyo una almona en la Ciudad de México. Los jabones mexicanos se hacían con grasas animales, agua y tequesquite, pese a la censura que los españoles y la iglesia católica impusieron a esta tradición, los antiguos mexicanos preferían el uso de temascal, un baño de vapor     que realizaban en un recinto cerrado en el que introducían piedras al rojo vivo sobre las que vertían una infusión de hierbas salutíferas para producir el vapor, que controlaban y dirigían con un ramo de hierbas frescas. Los antiguos mexicanos también usaban para su higiene plantas saponinas como la saponaria y los agaves. 


Temascal.

Nicolas Leblanc, químico francés, en el 1791 descubre un proceso por  el cual obtiene carbonato de sodio a partir de sal marina, lo que simplificó y abarato el proceso de obtención de la sosa. Dicho descubrimiento le reporto el premio de la Academia francesa de las ciencias. El también químico francés Michel Eugène Chevereul dio a conocer en el año 1823 en su publicación  "Recherches sur les corps gras d'origine animale"  la composición de las grasas    
formadas por una combinación de un polialcohol, el glicerol y ácidos grasos como el ácido oleico, margárico o esteárico. Con ello consigue explicar científica y químicamente el descubrimiento que los sumerios habían realizado 3000 años antes.




En el siglo XIX, a causa de la colonización, el jabón comenzó ha fabricarse a base de aceite de cupra y/o de palma. 
En la actualidad y desde los años treinta el jabón tradicional tiene que competir con los tensioactivos sintéticos o surfactantes que se utilizan hoy en día en detergentes, productos de limpieza, jabones, geles y champú.




Por suerte una cantidad creciente de personas están volviendo a lo natural, al producto bien hecho, y cada vez somos más los que realizamos y consumimos productos artesanales como garantía de producto respetuoso con el ser humano y el medio ambiente. Y gracias a muchos blogs el hazlo tu mismo es algo accesible a todos.